De todas las formas de lidia, las becerradas son sin duda las más crueles. Principalmente por dos razones:

La primera, que en ella se lidia animales menores de 2 años, para los que el sufrimiento físico y psíquico de las corridas de toros se ve incrementada por su mayor fragilidad, reducida capacidad de reacción y su desesperada necesidad de sentirse protegidos por su madre y su manada. Es por ello que, si bien el toro adulto apenas muge cuando es atacado con el fin de mostrar fortaleza, los mugidos de dolor y pánico de estos pequeños animales durante la lidia, intentado atraer la ayuda de los suyos, desgarran el corazón de cualquiera que tenga un mínimo de sensibilidad.

La segunda, porque en las becerradas normalmente lidian personas inexpertas, ya sean estudiantes de escuelas de tauromaquia, aficionados o público en general, que clavan los instrumentos de tortura en lugares indebidos, a menudo extrayéndolos y clavándolos una y otra vez tras intentos infructuosos, causando un tormento sin igual a estos pequeños animales.

Averigua más sobre el sufrimiento de los becerros en las becerradas con este informe de AVATMA: Informe técnico veterinario sobre las becerradas.

Por eso, aunque pensamos que cualquier forma de tauromaquia debe acabar, por ser una forma de violencia gratuita hacia los animales, las becerradas deben ser erradicadas inmediatamente, por cuanto no solo suponen una forma atroz de tortura a animales de joven edad, sino que dentro del mundo taurino son muchos los que opinan que daña la imagen de la supuesta “fiesta” y también deberían acabar. Así, su eliminación obtiene más consenso entre ambas partes que ninguna otra forma de tauromaquia.

La presencia de menores.

Uno de los aspectos más dañinos para la sociedad de las becerradas es la frecuente presencia de menores en las mismas, sea como espectadores o como propios torturadores (ver vídeo). Esta aberración les convierte en agentes activos de esta violencia hacia jóvenes animales, contraviniendo lo indicado por el Comité de los Derechos del Niño de Naciones Unidas que en 2018 instó al España a prohibir la participación de menores de 18 años como toreros o espectadores de eventos taurinos con el fin de prevenir los efectos perjudiciales de tal violencia sobre ellos y la desensibilización hacia el sufrimiento de los animales, realizado por el mero hecho del entretenimiento.

En consecuencia, exigimos:

Se lleve a cabo la regulación nacional y autonómica necesaria para que no puedan lidiarse en público o privado, bovinos de menos de 2 años, se dé o no muerte pública a los animales, en ninguna Comunidad Autónoma.

Estos espectáculos están regulados, por los Reglamentos de Espectáculos Taurinos en aquellas CCAA que cuentan con uno propio o por el Reglamento de Espectáculos Taurinos Estatal en aquellas CCAA que no cuentan con un reglamento propio. Exigimos pues que se tomen medidas desde las CCAA correspondientes en el primer caso y desde el Ministerio de Cultura para el segundo, o desde cualquier estamento central o autonómico con las competencias para ello.

La prohibición de la participación activa o pasiva de menores de 18 años en las becerradas, siguiendo las recomendaciones de la máxima autoridad mundial en derechos de la infancia, y cumpliendo con el artículo 39, punto 4 de la Constitución Española que establece que “los niños gozarán de la protección prevista en acuerdos internacionales que velan por sus derechos.”